A
propósito del proceso de negociación que adelanta el Gobierno Nacional con la
guerrilla FARC, se ha vuelto a hablar de una Asamblea Constituyente como conclusión
de los acuerdos que se alcancen en la Mesa.
Si bien la propuesta, no es una condición necesaria para poner fin al
conflicto armado, si parece serlo para consolidar la paz. Es decir, aunque no se acuerde entre las
partes, la propuesta de cambiar la Constitución Política de 1991 si debería ser
debatida y decidida por el pueblo colombiano.
La cuestión es que más allá de poner fin al conflicto armado, paso por demás
importante, el pueblo colombiano requiere la adopción de reformas estructurales
que garanticen mayores niveles de inclusión política, económica y social en uno
de los países más desiguales de la región.
Es el tránsito que hicieron a nivel normativo, otros países como Ecuador (2008) y Bolivia
(2009), finalizando la primera década del siglo XXI, cuyos avances merecen ser
tenidos en cuenta al momento de abordar para nuestro país un debate sobre la
necesidad de un proceso constituyente.
Los procesos constituyentes
de Ecuador y Bolivia, evidencian un cambio en la concepción de las
Constituciones Políticas al proponer nuevas interpretaciones y alcances de lo
normativo, y en esa medida reflejan consagraciones que plantearían un nuevo paradigma de Estado constitucional,
en contraposición al paradigma clásico occidental europeo, al incorporar una
nueva concepción del Estado, de los derechos humanos y los sujetos
beneficiarios de los mismos.
En reacción al proyecto neoliberal
Luego de tres décadas de
dominio absoluto de las propuestas neoliberales, de aplicación disciplinada de
las políticas de ajuste y de adecuación de las instituciones a este dominio,
nuestros países se inclinaron en la primera década del siglo XXI por la búsqueda
de alternativas.
Se extendió en el continente,
el amplio respaldo popular por la vía electoral a un nuevo tipo de
liderazgos, algunos de ellos producto de procesos organizativos consolidados a
lo largo de varias décadas, otros, resultantes de procesos emergentes, sin
embargo, la caracterización común es que plantearon, la necesidad de
contrarrestar los efectos del modelo neoliberal y responder a la situación
socio económica regional caracterizada por profundos niveles de inequidad y
pobreza.
Como señala Beatriz Stolowicz,
“estos gobiernos tienen diferencias políticas entre sí, pero en los votos
depositados en todos ellos está expresándose el común rechazo al neoliberalismo
y la urgencia de millones por cambios de fondo en vidas y países”[1]. El telón
de fondo de este proceso, es entonces la insatisfacción frente a los impactos
del neoliberalismo, el empeoramiento objetivo de la situación social, la
presión de los movimientos populares y la distensión del control estadounidense
sobre la región[2].
El germen de un nuevo constitucionalismo
En la década de los noventa,
en un proceso cuyo inicio puede fijarse en 1988 con la Constitución brasilera,
ya se habían producido en la región importantes cambios constitucionales que
conllevaron a resultados paradójicos; por un lado, todas las Cartas
constitucionales introdujeron mayores garantías y derechos para la ciudadanía,
ampliaron los espacios de participación política e incluyeron reconocimientos
de la pluralidad étnica y cultural de nuestros pueblos. Por otro lado,
fueron estas mismas Constituciones las que garantizaron la apertura económica,
la consolidación del modelo neoliberal, y el crecimiento de la inequidad en la
región.
En este
contexto, en la primera década del siglo XXI, se vivieron procesos
constituyentes en la región andina, que responden a este signo, pero
adicionalmente se conciben como “propuestas de Carta Magna que recogen
demandas emanadas de la resistencia popular al neoliberalismo”, en esa
medida no solo encarnan propuestas de transformación normativa, sino que al
tiempo, pretenden “liderar” la construcción de “un nuevo país”, de una nueva
sociedad.
“Precisamente
para crear una visión hegemónica de cambio (…) tendremos que inventar una
especie de control social del cambio, tendremos que poner en marcha nuevas
prácticas sociales y políticas, tendremos que mostrarles a los sectores
escépticos o asustados que el nuevo país es posible y favorable, tendremos que
hacer realidad las autonomías no como reproducción del viejo poder en nuevas
parcelas, sino como la progresiva disolución del poder en la comunidad, el
municipio, la región y el departamento, y tendremos que reinventar el país y convertir
la cultura en gestión"[3].
Desde
2000, acontecimientos diferentes tuvieron lugar en Bolivia y Ecuador. En
las agendas políticas y sociales que respaldaron el ascenso al poder de Evo
Morales y Rafael Correa, fue incluido el desafío de “transformar el marco institucional
del Estado”, tarea asumida a través de la convocatoria a Asambleas
Constituyentes, que más allá de una reforma, se propusieron la refundación del
Estado. Políticamente, la expresión
del constituyente primario se fundamenta en tres razones[4]:
i) las reacciones contenidas
de la población contra un modelo
empresarial de desarrollo afirmado
en el país durante las últimas décadas; ii) la des-institucionalización del Estado reflejada en el descrédito popular
de los tres poderes, las manipulaciones e inobservancias a los mandatos
constitucionales y la inestabilidad del gobierno; y iii) la necesidad de una democracia social orientada desde el pueblo, en
respuesta a la partidocracia representada en una clase política que
no es reflejo de las aspiraciones sociales.
A estos aspectos
estructurales, se sumaron decisiones ubicables en el tiempo con gran impacto en
la vida nacional, como fueron en Ecuador el salvamento al sistema bancario, la
dolarización de la economía, la imposición de la base de Manta al servicio de
los intereses estadounidenses, la firma del Tratado de libre Comercio con Estados
Unidos, entre otros; en Bolivia la guerra del gas y del agua, en reacción a la
explotación de recursos naturales por parte de actores transnacionales.
Una epistemología del Sur
Los
procesos vividos en Ecuador y Bolivia, si bien se enmarcan en el proceso
regional de reforma a las constituciones, también son singulares al proponer transformaciones
políticas, económicas, culturales y epistemológicas de gran trascendencia,
El actual, sin embargo, es un proceso de tránsito singular: de un modelo
de desarrollo oligárquico-dependiente, consolidado durante la fase neoliberal
(1982- 2006), y un Estado subsidiario de los poderes imperiales –sin ninguna
legitimidad, ni capacidad de cohesión de un país crecientemente desintegrado-,
a un nuevo modelo económico redistributivo, equitativo, basado en un nuevo eje
(la industria del bioconocimiento) y un nuevo modelo de Estado democrático,
nacional y soberano, todo ello sustentado en una nueva filosofía propia de los
pueblos ancestrales del Ecuador: el Sumak Kawsay o Buen Vivir[5].
Su importancia,
radica
en que más allá de evidenciar un
cambio en la concepción de las Constituciones Políticas y plantear nuevas
interpretaciones y alcances de lo normativo, estos procesos se presentan
como el germen de construcción de lo que llama Boaventura de Souza Santos, una
“epistemología del sur”, un
cambio frente a la matriz de pensamiento liberal republicano y apuntan a una
transformación en la concepción de la democracia[6],
la finalidad del Estado y la relación del hombre con la naturaleza[7],
“Descolonización del poder,
de la institucionalidad estatal, de las políticas públicas, pero también del
ser y del saber, del conocimiento, desterrando el racismo de nuestra sociedades
plurinacionales, también para esto es necesario una legislación descolonizadora
y una doble institucionalidad que interpele y construya otro modelo de Estado[8].”
Los rasgos de este nuevo Estado, que se define
como intercultural, plurinacional, pluricultural[9],
poscolonial[10]
y con bases profundamente humanistas, requiere ser desentrañado, comprendido y
analizado, con el propósito de recuperar lecciones para el resto de los países de
la región.
[1] STOLOWICZ, Beatriz (coord.). Gobiernos de izquierda en América Latina, un
balance político. Bogotá: Ediciones Aurora, 2007, p. 11
[2] CASTELLANOS, Camilo. ¿La edad de lata toca a su fin?
En: “Sin democracia, sin derechos”, Quinto año de gobierno de Álvaro Uribe
Vélez. Plataforma Colombiana de Derechos
Humanos, Democracia y Desarrollo, Coordinación Colombia Europa Estados
Unidos. Bogotá: Ediciones Antropos, 2008
[3] PUENTE, Rafael. Bolivia: la nueva Constitución, meta y punto
de partida. En: Contexto latinoamericano, Revista de análisis
político No. 11. México D.F: 2009, p. 20
[4] Cfr. PAZ, Juan J. y
CEPEDA, Miño. Asamblea Constituyente y
Economía. Constituciones en Ecuador., Quito: Ediciones Abya – Yala, 2007, pp.
vi – ix.
[5] SYLVA CHARVET,
Erika. Ecuador: proceso constituyente y evaluación de desempeño institucional
de las universidades (2009), Ponencia presentada al 7mo Congreso Internacional
de Educación Superior “Universidad 2010”. La Habana, Cuba, 8-12 de febrero de
2010. En: http://190.152.149.26/portal_conea/ponencias/Ponencia_ESilva.pdf
[6] “A esta mirada renovada y crítica de
la democracia se adscribe también De Souza Santos cuando se remite al concepto
de demodiversidad.” ZEGADA CLAURE, María Teresa. Elementos para pensar la reconfiguración
del campo político boliviano. En: Le Monde diplomatique. Edición Colombia, Año VIII, No. 88, abril de
2010.
[7] Reflejo de esta transformada
concepción es el artículo 71 de la Constitución
ecuatoriana que consagra los derechos de la naturaleza: “La naturaleza o Pacha
Mama, donde se reproduce y se realiza la vida, tiene derecho a que se respete
integralmente su existencia y el mantenimiento y regeneración de sus ciclos
vitales, estructura, funciones y procesos evolutivos.”
[8] ARKONADA, Katu, ponencia
presentada al Primer Encuentro de los Pueblos y Nacionalidades Andinas por el Sumak
Kawsay, la Plurinacionalidad e Interculturalidad. Quito, 27 de septiembre de
2011. Disponible en: http://alainet.org/active/49733
[9] Cfr. ACOSTA, Alberto. El
Estado plurinacional, puerta para una sociedad democrática. En:
Acosta Alberto y Martínez Esperanza (comp.) Plurinacionalidad. Democracia en la diversidad. Quito: ediciones Abya Yala, febrero de
2009
[10] SANTOS, Boaventura de
Souza. Las paradojas de nuestro tiempo y la plurinacionalidad. En:
Acosta Alberto y Martínez Esperanza (comp.), op. cit., pp. 21 - 62
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